Cuando relata la contemplación de las estatuas de Federico Guillermo III y la reina Luisa en el Tiergarten berlinés durante su infancia, Walter Benjamin afirma: «Yo no me dirigía a los monarcas, sino a sus pedestales, dado que las cosas que ahí sucedían se encontraban más cerca en el espacio, aunque su conexión fuera imprecisa». En otro texto reitera la idea de observación certera y próxima en contraste con una mirada distante y general:
¿Habéis oído mencionar alguna vez la Exposición Universal de París, de la que se habló en toda Europa en el año 1900? En todas las postales que se hicieron por aquel entonces con motivo de la Exposición se veía, al fondo de la ciudad de París, una gran noria mecánica con dieciséis cabinas con bisagras móviles. Esta noria giraba lentamente, la gente iba situada en las cabinas y contemplaba a sus pies la ciudad, el Sena y la Exposición hasta que se mareaban debido al doble movimiento, la oscilación de las cabinas en las bisagras y el giro de la gran noria.
Escoger un objeto inmediato y profundizar en su análisis ofrece una serie de ventajas al observador: Le permiten desarrollar un modo de estudio, concentrar las experiencias, aprovechar mejor los recursos y las herramientas. Michel Foucault, en su libro Las palabras y las cosas —que comienza con el múltiple juego de miradas ofrecido por Las Meninas— se detiene en las fracturas y las discontinuidades como método para una arqueología del saber visual. Son los vacíos, los intersticios, los que permiten establecer diálogos y discursos:
Quizá porque entre sus surcos nació la sospecha de que hay un desorden peor que el de lo incongruente y el acercamiento de lo que no se conviene; sería el desorden que hace centellear los fragmentos de un gran número de posibles órdenes en la dimensión, sin ley ni geometría, de lo heteróclito; y es necesario entender este término lo más cerca de su etimología: las cosas están ahí «acostadas», «puestas», «dispuestas» en sitios a tal punto diferentes que es imposible encontrarles un lugar de acogimiento, definir más allá de unas y de otras un lugar común.
Foucault propone trasladar el conocimiento al soporte inmediato, al «pedestal». No sólo serán los objetos aislados, sino las múltiples y variadas conexiones que se establezcan entre ellos, las que permitan dar el salto de lo local a lo universal. Conexiones, enlaces e hipervínculos que nos permitan construir y alcanzar el conocimiento.
Que el año que comienza nos ofrezca nuevos encuentros.
Imagen: Pedestal de la estatua de Federico Guillermo III en Berlín (Flickr)