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El calendario académico y sus circunstancias han querido que el final de año traiga consigo prácticamente un remate de curso y, el año nuevo, el comienzo de varios proyectos docentes. Durante otros doce meses este espacio ha acompañado mi trayectoria vital y profesional abriendo ventanas hacia el exterior y convirtiéndose en un lugar dónde compartir sensaciones, reflexiones y resultados.
Cuando pienso en lo que ha significado todo este recorrido me doy cuenta de que ha servido muchas veces para profundizar y ordenar ideas que me rondaban por la cabeza, otras veces para continuar y desarrollar temas que surgían en una conversación o en una clase pero, sobre todo, para conocer a magníficas personas que, sin existir este lugar de intercambio, hubiera sido imposible descubrir.
Vosotros sois los que justificáis dedicar, cada cierto tiempo, una pausa a recordar, a escribir, a compartir... En una sociedad que persigue el reconocimiento de la divulgación a través de índices de calidad y méritos acreditados resulta difícil argumentar el «escribir por escribir». Bien, pues aquí seguimos otro año más. Y por eso he querido finalizar este año con quince entradas, una por cada seguidor presente –aunque sé que sois muchos más los ausentes–, y desearos a todos lo mejor para el año que empieza.
Termino con una anécdota recogida en el libro Bibliotecas llenas de fantasmas de Jacques Bonnet –una de las mejores lecturas del año que termina–: En 1932, el escritor Fernando Pessoa se presentó a un concurso para ocupar el puesto de bibliotecario de un museo de Cascais. Acompañando a la documentación solicitada adjuntó una carta que finaliza de la siguiente manera:
...Salvo aquello que de competencia e idoneidad está implícito en los diplomas indicados como motivo de preferencia en los distintos párrafos del reglamento, y que ha sido por lo tanto demostrado mediante los documentos presentados en respuesta a cada uno de estos párrafos, ni la competencia ni la idoneidad son susceptibles de ser justificadas mediante pruebas documentales: comprenden elementos como el aspecto físico o la educación que por definición son imposibles de demostrar con documentos.
Cascais, a 16 de septiembre de 1932, Fernando Nogueira Pessoa
Por supuesto, la sinceridad de Pessoa no convenció al jurado.
Feliz 2011.