Apuntes de viaje


"Como todos los grandes viajeros, he visto más de lo que recuerdo y recuerdo más de lo que he visto."

La frase del viajero inglés del siglo XIX resume la experiencia del hombre que ha buscado la aventura más allá de lo cotidiano. Desde Aristóteles, la curiosidad es el impulso de la filosofía, un impulso de buscar "otro lugar". Al regreso, muchas cosas que sucedieron durante el viaje se habrán olvidado; y se recordarán otras que sucedieron tan sólo en nuestra mente: Lo que hace que el hecho de transitar de una parte a otra se convierta en viaje es precisamente la actitud mental que predispone al hombre que se desplaza al descubrimiento de lo insólito, de lo extraordinario, al encuentro de la aventura. Esta es la razón de que existan en el mundo muchos más transeúntes que viajeros.

¿Qué viaje se puede realizar o simplemente imaginar en este mundo tan trillado y descifrado de principios del siglo XXI? ¿Adónde irían hoy aquellos grandes viajeros de épocas pasadas cuando sus estrellas guías han sido sustituidas por satélites espías? La aventura no está ya en el descubrimiento. Y, sin embargo, para el hombre que sabe mirar, el mundo sigue siendo un descubrimiento. Se pueden descubrir tierras mil veces descubiertas. Y pide que tu camino hacia ellas sea largo, acompañado por Cavafis, "y rico en aventura y en experiencia" Porque, al regreso, te darás cuenta, como relata Manuel Vincent en su último libro, que "Viajar consiste en poner el alma en el camino para recordar después los sueños que hayas vivido si has conseguido encontrarla en algún bello lugar, muy lejos de tu propia vida."

Casas: un encuentro con lo cotidiano


Terminó este fin de semana en Coruña el Encuentro Científico "Casas", una reflexión sobre la vivienda unifamiliar en los inicios del siglo XXI y su relación con los modelos vernaculares. La experiencia reunió durante tres días a expertos de toda la península, entre los que cabe destacar a invitadas procedentes de Portugal, como Carolina Leite o María-Beatriz Rocha-Trindade, que llevan varios años estudiando el fenómeno de la creciente y desordenada construcción masiva de viviendas en el medio rural y los aspectos económicos, ambientales, legales, sociales y culturales que existen de fondo, relacionandolo, entre otros, con el importante fenómeno de la emigración y posterior retorno durante el siglo pasado. Asimismo, las lecturas transversales que hicieron desde sus respectivas disciplinas los antropólogos, sociólogos e historiadores como José Luís Alonso Ponga, Manuel García Docampo o Marcial Gondar Portasany resultaron, como suele ser habitual, de gran atractivo por la revisión de un hecho arquitectónico desde múltiples miradas ajenas y al mismo tiempo próximas. Como buen encuentro científico no se llegó a inútiles verdades absolutas, sino que el análisis, siempre empírico y objetivo de unos hechos palpables llevó, más que a posibles soluciones, al planteamiento de numerosas dudas y preguntas críticas -Por ejemplo, ¿Qué es realmente la arquitectura popular y cómo es esa arquitectura en nuestros días?- que futuras investigaciones y reflexiones como estas, nuevas propuestas y proyectos y el inevitable paso del tiempo se encargarán de responder.

8 ferrados

Ni alta tecnología británica, ni precisión alemana, Konstrunoroest no es la nueva filial de Arup, sino una modesta empresa con sede en Ponteareas que este fin de semana aparecía en varios periódicos por batir un curioso record; hormigonar, en un plazo de 24 horas, una gran losa de cimentación de 4000 metros cuadrados de superficie y 1,20 de espesor. Estos 8 ferrados conquistados por la heroicidad obrera están ubicados en el centro de Porriño, a 15 metros de profundidad, entre la calle Ramiranes y la estación de ferrocarril. Sobre ellos surgirán en breve (si persisten estos unusuales tiempos de ejecución) las lujosas viviendas de la promotora "Apartamentos Paseo Marítimo", a un minuto del centro porriñense. 8 ferrados que dejan de ser verdes para convertirse en grises, el color de la ceniza. Pero el ferrado es una unidad de medida relativa, varía según la zona dónde nos encontremos. Por eso es tan difícil entenderse cuándo se habla de cifras en este país: 400 toneladas de hierro y 4.200 metros cúbicos de hormigón bastan para llenar una losa en un día, pero pueden ser una simple partida en otra obra que año tras año demande más material, aunque su destino siga incierto. Una verdad entre tanta incertidumbre: su presupuesto de este año iguala al destinado a las tres universidades gallegas. Será el peso de la cultura.

Su mensaje es el silencio


Manuel Castells es catedrático de Sociología y Urbanismo en la Universidad de California, además de un autor de referencia en el estudio de la "sociedad de la información", como él la ha nombrado. En 1996 publicó el libro "El surgimiento de la sociedad de redes", reflexionando en el capítulo 6 sobre el espacio de los flujos, de dónde se extrae este texto, una interesante reflexión sobre la arquitectura que nos rodea.

"...Si el espacio de los flujos es verdaderamente la forma espacial dominante de la sociedad red, la arquitectura y el diseño es probable que redefinan su forma, función, proceso y valor en los años venideros. En efecto, sostendría que, durante toda la historia, la arquitectura ha sido «el acto fallido» de la sociedad, la expresión mediatizada de las tendencias más profundas de la sociedad, de aquellas que no pueden declararse francamente, pero que son lo bastante fuertes como para ser vaciadas en piedra, en cemento, en acero, en cristal y en la percepción visual de los seres humanos que van a habitar, negociar o rezar en esas formas. [...]

Mi hipótesis es que la llegada del espacio de los flujos está opacando la relación significativa entre la arquitectura y la sociedad. Puesto que la manifestación espacial de los intereses dominantes se efectúa por todo el mundo y en todas las culturas, el desarraigo de la experiencia, la historia y la cultura específica como trasfondo del significado está llevando a la generalización de una arquitectura ahistórica y acultural.
[...]

Cuanto más tratan las sociedades de recuperar su identidad más allá de la lógica global del poder incontrolado de los flujos, más necesitan una arquitectura que exponga su propia realidad, sin falsificar la belleza desde un repertorio espacial transhistórico. Pero, al mismo tiempo, la arquitectura demasiado significativa, que trata de presentar un mensaje muy definido o expresar de forma directa los códigos de una cultura determinada, es una forma demasiado primitiva para ser capaz de penetrar en nuestro saturado imaginario cultural. El significado de sus mensajes se perderá en la cultura de «picoteo» que caracteriza nuestra conducta simbólica. Por eso, paradójicamente, la arquitectura que parece más cargada de significado en las sociedades conformadas por la lógica del espacio de los flujos es la que denomino «la arquitectura de la desnudez». Es decir, aquella cuyas formas son tan neutras, tan puras, tan diáfanas, que no pretenden decir nada. Y al no decir nada, confrontan la experiencia con la soledad del espacio de los flujos. Su mensaje es el silencio."
MANUEL CASTELLS, 1996