Imagen: Leslie Williamson
En el último capítulo del libro 18 años con el arquitecto Louis I. Kahn, el ingeniero August Komendant recuerda los años en los que que ambos coincidieron como profesores en la Universidad de Pennsylvania. Allí, Kahn planteaba los proyectos de curso del siguiente modo: «No había programa, tan sólo se daban algunos datos referidos a las necesidades y un plazo de entrega. Los estudiantes tenían mano libre para elaborar sus propios programas y establecerse un calendario».
Kahn consideraba la universidad la institución más importante de la ciudad: «Su crecimiento y calidad, es la medida de la ciudad, y se hará sentir en el funcionamiento, las actitudes y la moral. Hoy en día, los intereses y los deseos de los profesionales se han extendido y diversificado en gran medida, pero no hay ningún lugar en donde los profesionales de los distintos campos se puedan reunir y hacer públicas sus opiniones».
Komendant insiste en la relevancia que debería tener la universidad dentro de la sociedad y defiende dos aspectos fundamentales en cualquier actividad profesional, y especialmente en la enseñanza: el conocimiento y la inspiración. «El conocimiento es la suma de verdades o hechos acumulados y sistematizados en el curso del tiempo; la inspiración engendra el pensamiento, el sentimiento y el espíritu, y guía o controla la acción. [...] En una universidad, una institución para el aprendizaje superior, el conocimiento tiene un significado más amplio; incluye, además del conocimiento fáctico, la comprensión de lo que significan las verdades y los hechos. Se debe enseñar y preparar al estudiante para que piense por sí mismo».
Al ingeniero le llamaba la atención la dedicación que Kahn otorgaba a la universidad, a pesar de lo apurada que era su situación económica y de la presión de los plazos que tenía en su estudio profesional. Kahn siempre estaba alegre y animado en sus clases. Y cuando Komendant le preguntaba cómo era capaz de conseguirlo, le respondía: «Cuando estoy con mis alumnos y les enseño arquitectura, soy feliz y me olvido de todo lo demás».