En la serie Lost, del fotógrafo británico Stephen Gill (Bristol, 1971), aparecen varias personas que tratan de orientarse consultando un plano o preguntando a otros viandantes. Según el autor, cuando alguien se encuentra en una ciudad desconocida o en un barrio que no es familiar, tiende a comportarse de una determinada manera con la que intenta ocultar o calmar su inseguridad. Suele colocarse próximo a un muro, una farola u otros objetos urbanos para evitar obstruir el paso de otros peatones y disimular el hecho de hayarse perdido. El momento más vulnerable se produce cuando intentan relacionar los contornos que perciben en el papel con la realidad, a veces girando completamente el cuerpo para asistir en la orientación. Esta fase suele durar alrededor de treinta segundos. Si su esfuerzo no consigue recompensa, buscan con una expresión evidente de pérdida, otros transeuntes que les puedan ayudar. En las fotos de Gill esta ayuda se produce con naturalidad, lo que parece indicar que frente a una situación inicialmente dramática, la urbe y sus ciudadanos no son hostiles, o como sentimientos tan imprevisibles y ocasionales como la pérdida poseen elementos de cotidaneidad y reacciones sorprendentemente habituales.
La pérdida
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