
El cielo es el límite

Convertir el sorteo de unas viviendas sociales en un espectáculo circense, con gran expectación popular y mediática, es sólo una prueba más de que algo no funciona como debería. La vivienda protegida se ha convertido en una suerte de lotería, y cómo tal, anhelada por muchos y disfrutada por unos pocos. Llevar ésto a la categoría de un reality-show con alegrías y llantos, felicitaciones e insultos, lo convierte en un denso telón de imágenes mediatizadas que oculta la dramática crisis real en el acceso a la vivienda y la concepción actual de la misma.
Decía Guy Debord que "el espectáculo es el mal sueño de la sociedad moderna encadenada, que no expresa en última instancia más que su deseo de dormir". Deseo de dormir en una vivienda útil y digna pero, sobre todo, accesible. Continua Debord: "El espectáculo vela ese sueño. La mercancía es la ilusión efectivamente real, y el espectáculo es su manifestación general. Cuando la masa de mercancías se aproxima a lo aberrante, lo aberrante en cuanto tal se convierte en una mercancía específica". ¿Por qué no realizar un nuevo sorteo con las listas de espera de la Seguridad Social? Sería líder de audiencia.
"Como todos los grandes viajeros, he visto más de lo que recuerdo y recuerdo más de lo que he visto."
En un viaje realizado por Europa en 2003, la artista china Xing Danwen observó los efectos que la globalización está produciendo en las ciudades, generando unos paisajes urbanos sin carácter ni identidad. En su última obra, un proyecto en desarrollo desde el año 2004 titulado Urban Fiction, la artista realizó fotografías de las maquetas que los promotores inmobiliarios utilizan para mostrar sus proyectos en China, habitados por personajes solitarios perdidos entre la inmensidad de construcciones, enfrentando sus vidas intensas y reales a la monotonía y frialdad de una ciudad genérica. Son espacios que ya están colonizando también nuestras ciudades, dónde se ignora el carácter propio del lugar, dónde los habitantes viven ausentes y ensimismados, ocultándose del vecino con un muro ciego o en una colmena interminable. ¿Son estos los espacios que nos depara el futuro? ¿Qué queda si se elimina la identidad? ¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad poseen nuestras ciudades?