Como sucede en los cuadros de Magritte, la contradicción impera en el panorama actual de los museos. Nos encontramos con dos hechos aparentemente opuestos, especialmente en los museos de arte contemporáneo: es una institución inmersa en una gran crisis y sin embargo nunca en la historia había despertado tantas expectativas.
En realidad, un museo de arte contemporáneo es, desde su planteamiento inicial, una contradicción: Por una parte, la palabra museo nos remite a un lugar dónde se almacenan objetos para ser examinados, conservados, en cierta manera, congelados en el tiempo. Por otra, el arte contemporáneo reclama convertirse cada vez más en algo más conceptual, público, y muchas veces efímero, llegando incluso algunos autores a confirmar “el fin del arte”.
Los avances tecnológicos actuales permiten el acceso desde prácticamente cualquier lugar del mundo a un inmenso museo virtual que contiene todo el arte de la historia, generando un nuevo tipo de museo virtual, una estructura intangible dónde los creadores contemporáneos edifican sus parcelas y dónde cualquier individuo puede convertirse en autor, como reclamaban muchos artistas. La posibilidad de un fácil y libre acceso a esa información y de generar nuevas formas artísticas digitales justifican la presencia cada vez más importante de las mediatecas en el panorama museístico contemporáneo.
El museo actual ha querido buscar otros caminos alternativos, complementarios al espacio expositivo, por citar algunos: ciclos de actividades periódicas como conferencias, cine, música, talleres didácticos y de creación, zona de consulta de libros, revistas e internet, tiendas y cafeterías, etc. y además seguirá siendo el lugar dónde cada persona pueda tener un encuentro directo, vivo, con la obra de arte. Debería ser un lugar acogedor, dónde lo más importante sea lo expuesto en su interior y no el propio museo, y que su presencia en una ciudad sea la de un organismo vivo que se abra a la gran diversidad de manifestaciones artísticas contemporáneas y al barrio que lo acoja, desdibujando las fronteras entre lo privado y lo público, entre la obra de arte y la cultura de lo cotidiano.
En realidad, un museo de arte contemporáneo es, desde su planteamiento inicial, una contradicción: Por una parte, la palabra museo nos remite a un lugar dónde se almacenan objetos para ser examinados, conservados, en cierta manera, congelados en el tiempo. Por otra, el arte contemporáneo reclama convertirse cada vez más en algo más conceptual, público, y muchas veces efímero, llegando incluso algunos autores a confirmar “el fin del arte”.
Los avances tecnológicos actuales permiten el acceso desde prácticamente cualquier lugar del mundo a un inmenso museo virtual que contiene todo el arte de la historia, generando un nuevo tipo de museo virtual, una estructura intangible dónde los creadores contemporáneos edifican sus parcelas y dónde cualquier individuo puede convertirse en autor, como reclamaban muchos artistas. La posibilidad de un fácil y libre acceso a esa información y de generar nuevas formas artísticas digitales justifican la presencia cada vez más importante de las mediatecas en el panorama museístico contemporáneo.
El museo actual ha querido buscar otros caminos alternativos, complementarios al espacio expositivo, por citar algunos: ciclos de actividades periódicas como conferencias, cine, música, talleres didácticos y de creación, zona de consulta de libros, revistas e internet, tiendas y cafeterías, etc. y además seguirá siendo el lugar dónde cada persona pueda tener un encuentro directo, vivo, con la obra de arte. Debería ser un lugar acogedor, dónde lo más importante sea lo expuesto en su interior y no el propio museo, y que su presencia en una ciudad sea la de un organismo vivo que se abra a la gran diversidad de manifestaciones artísticas contemporáneas y al barrio que lo acoja, desdibujando las fronteras entre lo privado y lo público, entre la obra de arte y la cultura de lo cotidiano.
Aun no es igual, contemplar la victoria de Samotracia "en vivo y en directo" intencionadamente colocada en El Louvre, que descargarse la foto como yo acabo de hacer para documentarme al escribir esto.
Internet si, por supuesto, virtualidad tambien, facil acceso a la informacion, catalogos, pero TAMBIEN MUSEOS, museos libres, abiertos como la Tate de Londres que debera ampliarse dado el gran numero de visitantes. Museos no como la institucion arcaica y/o rancia donde ver lienzos oscuros sobre martirios de santos (que tambien), si no museos como alternativa al ocio capitalista de los centros comerciales, lugares abiertos y cambiantes agradables, y que puedan ser visitados todas las semanas en familia o con amigos (Creo que en Suecia saben algo de esto).
Por eso quiza deba reconducirse, pero debe ser aprovechado el impulso museistico de las ciudades (Quizas debieramos analizar el impacto que ha tenido en La Coruña la Fundacion Caixa Galicia "museo" de acceso libre y gratuito sin exposicion permanente).
Como arquitecto que eres Antonio, conoces sobradamente, el inmenso potencial de la herramienta informatica, pero tambien la gran distancia entre la pantalla del ordenador y la obra, si esto sucede al crear igualmente sucede al contemplar, no queremos renuciar a rodear una escultura, percibir sus sombras, la textura de un lienzo acercarnos a contemplar detalles sin necesidad de usar el zoom.
Un saludo y animo a seguir con el Blog
Estimado Hombre sobre la hierba, muchas gracias por tus comentarios. Estoy completamente de acuerdo con lo que dices.
Sólo dos notas.1)La Victoria de Samotracia es única y su observación directa incomparable. Pero, en dos clicks has obtenido, sin moverte de tu casa, una imagen que te ha servido para recordarla y tener una sensación -parcial- de como sería su observación directa. ¿A cuánta gente le es imposible visiar el Louvre? A eso es lo que me refiero con las posibilidades de un museo virtual: Acercar el arte, nunca substituirlo.
2)En los últimos años parecía obligatorio hacer una visita al Guggenheim de Bilbao (Independientemente de su contenido expositivo). Quizá los museos se hayan convertido en las catedrales del siglo XXI y considero este impacto mediático como algo positivo ya que también se produce una aproximación del gran público al arte en general, pero espero que el interés popular no se quede sólo en el envase.
Gracias de nuevo por tu apoyo y aportación y espero que hagas muchas más.