El tiempo del libro


"Por eso, se inventaron los libros que no son para leer. Libros que se pueden tener a la vista impunemente, sin sentimientos de culpa", escribe el poeta y ensayista mejicano Gabriel Zaid.

En una sociedad que se cuestiona permanentemente el futuro del libro, aparecen voces defensoras que celebran y agradecen la presencia y permanencia del mismo. "Un diseño tan perfecto que lo damos por sabido y no pensamos en su maravilla", defiende Antonio Muñoz Molina. "El libro dura por la misma razón que duran el tenedor, la silla, el cuenco, la cuchara, el bolígrafo, la rueda, la mesa: porque es útil, y porque esa utilidad se logra gracias a una simpleza asombrosa de diseño. Podemos leer las tablilla de Ur escritas hace cinco mil años, recuerda Alberto Manguel, pero no los disquetes de hace unos cuantos años, que se nos han quedado obsoletos porque no son compatibles con nuestras computadores recientes."

Sin embargo, y volviendo a Zaid, la perfección de este objeto está reñida con el modo de vida contemporáneo: "Hoy es un lujo leer a Sócrates, no por el costo de los libros, sino del tiempo escaso. Hoy, la conversación inteligente, el ocio contemplativo, cuestan infinitamente más que acumular tesoros culturales. Hemos llegado a tener más libros de los que podemos leer." Por eso, dice el poeta mejicano, se inventaron los libros inútiles: "Los libros se publican a tal velocidad que nos vuelven cada día más incultos. Si uno leyera un libro diario, estaría dejando de leer cuatro mil, publicados el mismo día. Es decir: sus libros no leídos aumentarían cuatro mil veces más que sus libros leídos. Su incultura, cuatro mil veces más que su cultura." La misma sociedad que reconoce el valor del libro escribe mucho más de lo que puede leer. "Hay alguno que ya nunca abriré",
decía Borges sobre los volúmenes de su biblioteca. "Los demasiados libros", titula Zaid su último ensayo, dónde recuerda que "a medida que aumenta la población universitaria, no aumenta el número de los que leen, sino de los que quieren ser leídos".

[A Wendy, por recordármelo]

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