Esta semana he participado en el ciclo de conferencias En el centenario de los maestros, organizado por el Departamento de Composición de la Universidade da Coruña y planteado como homenaje al cumplirse cien años desde el nacimiento de varios de los más significativos protagonistas de la arquitectura española del siglo veinte.
A lo largo de ocho lecciones, se hizo un recorrido por la experiencia arquitectónica que se inicia superada la Guerra Civil y finaliza en la década de los ochenta, siguiendo un temario en el que se cruzaron experiencias y autores, abandonando discursos monográficos y centrando el enfoque, de modo fundamental, en la relación entre procedimientos constructivos y expresividades arquitectónicas.
Mi intervención llevó por título «Conexiones periféricas. La arquitectura moderna de Galicia a través de los maestros». Tomando como base la investigación realizada previamente sobre la recuperación de la modernidad en la arquitectura gallega, opté por plantear tres ejes temáticos: el desarrollo industrial y la arquitectura, la renovación de la fachada urbana y la transformación del edificio escolar, señalando en cada caso los principios, autores y obras más significativos y destacando el peso que tuvieron algunos de los arquitectos centenarios, como Alejandro de la Sota, Miguel Fisac o Fernando Moreno Barberá.
El ciclo supuso la ocasión para, más allá de saber quiénes fueron estos maestros, conocer la herencia que nos ha hecho ser como somos. En ese sentido, pudimos recordar el texto de Alejandro de la Sota dónde afirmaba: «Mies, como los destacadísimos arquitectos de principios de siglo, fueron, afortunadamente, nuestros grandes maestros. Con cinco o seis de ellos llenamos, yo al menos, las ansias de hacer arquitectura con algún fundamento verdaderamente serio. Estos grandes maestros no son para copiar, como tantos de una manera ligera han creído, sino que son para entender».
Imagen: Alejandro de la Sota. Hotel para una familia en Galicia (RNA 101, 1950)
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