Entre mis lecturas de verano han coincidido varios libros sobre libros —Algunos han sido los culpables de no haber mantenido vivo ese otro libro que es el blog—. Con esa metamorfosis de la lectura que se presenta a diario en los medios de comunicación, es frecuente encontrarse tanto con manifiestos como con elegías.
En uno de esos libros sobre libros, Umberto Eco defendía que con el desarrollo de internet se había retornado a la era alfabética. "Si alguna vez pensamos que habíamos entrado en la civilización de las imágenes, el ordenador nos ha vuelto a introducir en la galaxia Gutemberg y todos se ven de nuevo obligados a leer"... y la web colaborativa ha conseguido hacer accesible y democrática la lectura y escritura en internet.
De todas las lecturas me gustaría reseñar un ensayo de Pierre Bayard que tiene ya algunos años y he recuperado en los últimos meses: Como hablar de los libros que no se han leído. Reconozco que me atrajo inicialmente ese título tan provocador. El reto de Bayard no deja de ser ingenioso: comenzando por la cita de Oscar Wilde: "Jamás leo los libros que debo criticar, para no sufrir su influencia" nos plantea un viaje no por la lectura sino, aparentemente, por la defensa entusiasta de la no-lectura.
Aunque parte de una evidencia que ya hemos comentado alguna vez: Quién sea lector, por muy asiduo que sea, será no-lector en un grado mayor, pues sólo accederá a una porción ínfima de los libros existentes, el profesor francés juega con nosotros durante todo el libro, nos acaba conviertiendo en lectores y, a través de una secuencia de anécdotas —la mayoría de ellas literarias— nos recuerda que toda lectura, por parcial o imperfecta que sea, contentiene una dimensión creativa que aporta, no el libro, sino el propio lector.
Da ganas de leerlo.