Wolfzeit



"Vivimos en un mundo crepuscular, pero tan brillante y poético que llega a confundirse con una nueva aurora. Sin embargo, la aceleración de las comunicaciones, las múltiples conexiones en red, la circulación incesante de personas, de mercancías y de información escapan a todo control."

PAUL VIRILIO, Amanecer Crepuscular

Existe en la mitología nórdica y centroeuropea un concepto que recibe el nombre de "
El tiempo del lobo". Es un período que tiene lugar al final de la historia, durante el cual se trastocan las valores que caracterizan al ser humano y caen las más altas torres del conocimiento. El caos se apodera de todo. También recibe ese nombre el momento entre la noche y la aurora, cuando el sueño es más profundo, y cuando los peores temores acosan a los insomnes.
Existen varias obras artísticas inspiradas en ese período, por ejemplo las películas "Le temps du loup" de Michael Haneke, o "La hora del lobo" de Ingmar Bergman son sólo dos ejemplos en las que el hombre, bien como colectivo o como ser individual, se enfrenta a una incipiente catástrofe al tiempo que se derrumba a su alrededor un mundo que antes parecía totalmente controlable.
Desconozco si nos encontramos en una moderna edad de lobos, aunque los avances cada vez más vertiginosos tanto de la ciencia como de la tecnología nos llevan hacia un punto en el que "
la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el porvenir, lo alto y lo bajo, cesan de ser percibidos como contradicciones", como escribía André Bretón en el Segundo Manifiesto del Suerrealismo. Si nociones tan básicas como "progreso" son superadas, es difícil hablar de futuro. Incluso cabe dudar de un presente que se reduce a ver pasar imágenes frenéticas dónde se suceden a velocidades indeterminadas conceptos, estilos, tendencias... que reducen lo que conocemos como historia a simples noticias obsoletas.
Si, como afirma Bruno Latour, la única verdad es "
lo que circula", los cimientos del conocimiento tradicional empiezan a tambalearse. Como sujetos, los modos de ser y estar en el mundo se están distanciando, cada vez más, de las modalidades típicamente modernas de ser y estar en el mundo. La cultura, el arte, la comunicación, incluso las cosas más materiales como nuestro dinero se encuentran en un emplazamiento virtual, inestable, en constante movimiento. Nuestras propias fotos, nuestra música, libros y diarios tienden a ser un conjunto de electrones sin ningún emplazamiento físico.
La razón mas obvia para que un lobo aúlle es para mantenerse en contacto; es difícil pensar en alguna manera mejor de comunicación entre los miembros de la manada cuando se está en un área forestal muy densa. Este espacio virtual recibe su nombre de una reflexión en una época con una densa ausencia de límites.